Un viaje de empresa suele tener como objetivo visitar a clientes, asistir a reuniones o eventos, y también suponen una forma de conocer otros lugares y romper con la rutina de trabajo, pero ¿realmente tienen tanto glamour como se puede pensar? Es cierto que tienen muchos efectos positivos, pero también existen inconvenientes y no todos los empleados los perciben de la misma manera:
- El que disfruta de los viajes de empresa. Muchos empleados que realizan viajes de empresa, sobre todo aquellos que no cuentan con compromisos familiares, pueden percibirlos como interesantes e incluso estimulantes, ya que suponen un cambio en la rutina de trabajo. En algunos casos, el viaje de empresa puede prolongarse para dedicar algunos días al turismo –practicando el ya conocido bleisure–.
- El que los percibe como un inconveniente. Por otro lado, muchos empleados que se ven obligados a viajar en numerosas ocasiones pueden verlos como un inconveniente. Quitan mucho tiempo libre, tiempo que puede dedicarse a la familia o a aficiones. Los viajes de empresa son cansados, implican largas reuniones sin ver apenas la ciudad destino, comer fuera y los hoteles no siempre son los deseados.
- El que nunca viaja y le entra la envidia. Aunque los viajes de empresa no son viajes de turismo, la envidia puede aflorar. Para gestionar estas situaciones, pueden ponerse en marcha pautas que harán que mejore la cultura de empresa y que se fortalezcan los vínculos entre compañeros, reduciendo la probabilidad de que aparezcan fricciones.
Los viajes de empresa suponen una forma de conocer otros destinos, de desconectar y de salir del entorno de trabajo habitual, pero no hay que olvidar que son lo que son: viajes de empresa con un objetivo profesional.