Vivimos días de incertidumbre en los que no sabemos qué va a pasar. Se trata de una situación que afecta al mundo entero y nadie tiene certezas absolutas sobre lo que va a ocurrir. Nuestra actividad, nuestra rutina, ha cambiado radicalmente: en muchos casos, hemos dejado de ir al trabajo, de tomar un café con los amigos, de ir a ver a nuestros padres… para quedarnos en casa.
Y aunque antes de que se diese la situación que estamos viviendo, muchos domingos por la tarde nos invadía el deseo de no tener que ir a trabajar el lunes y tirarnos toda la semana viendo películas en el sofá, ahora que esta situación se ha presentado como ‘obligatoria’ para muchos, el hecho puede generar una lógica sensación de desconcierto, estrés e incluso ansiedad.
¿Cómo puedes poner fin a esa sensación? De la mano del mindfulness, una disciplina que puede ayudarte a gestionar esta situación que estamos viviendo. ¿Y quién sabe? Si te ayuda, puedes tomarlo como práctica habitual cuando todo regrese a la normalidad. Cuando el estrés sea otro, el que generan las prisas del trabajo o incluso el provocado por los viajes de trabajo, podemos ponerlo a raya gracias al mindfulness.
¿Qué es el mindfulness?
El término mindfulness, también llamado atención plena o consciencia plena, surgió en 1881 cuando un magistrado británico destinado en Ceilán, Thomas William Rhys Davids, lo utilizó como sinónimo del concepto budista “Sati”, que hace referencia a la memoria del presente, identificada como una de las principales fases de la meditación.
En términos generales, el mindfulness es la forma occidental de referirnos a la meditación, que no es otra cosa que la atención plena y consciente del momento que se está viviendo, lo que los budistas llaman “el aquí y el ahora”.
Jon Kabat-Zinn, el padre del mindfulness
Cuando hablamos de mindfulness es importante destacar la figura de Jon Kabat-Zinn, conocido como el primer impulsor del mindfulness en occidente. Zinn es doctor en biología molecular por el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets). En 1979 presentó a la Escuela de Medicina de Massachussets un proyecto sobre cómo “prestar atención en el momento presente sin una evaluación inmediata de la experiencia” podía beneficiar de múltiples formas a los pacientes. Tras estudiarlo, la Escuela lo aprobó, y poco tiempo después, empezó a derivar pacientes al denominado “Programa de Reducción de Estrés y Relajación” creado por este doctor.
El programa fue todo un éxito, lo que llegó a propiciar incluso el cambio de nombre de la Escuela, que pasó a llamarse Clínica de Reducción del Estrés y que ofrecía un servicio personalizado a pacientes con dolor crónico y estrés. Poco después vino el primer libro de Jon Kabat-Zinn que significaría su primer éxito internacional en la materia, traducido al español como “Vivir con plenitud las crisis”.
Beneficios del mindfulness
A estas alturas, seguro que hemos despertado tu interés. Y ahora te preguntarás… ¿cómo funciona el mindfulness y qué beneficios te puede aportar en estos momentos? Diversos estudios científicos han demostrado la gran efectividad de esta disciplina en varios aspectos:
- Aumenta la concentración
- Reduce el estrés y la ansiedad
- Mejora los problemas de insomnio
- Favorece la creatividad
- Potencia la inteligencia emocional
- Reduce el padecimiento de algunos dolores
Ahora que sabemos algunos de sus beneficios, ¿cómo comenzamos a hacer mindfulness? La clave de esta disciplina para la obtención de resultados es, como en casi todo, la constancia. El primer día notarás lo bien que te viene, pero no será hasta pasados unos días cuando, de verdad, puedas experimentar todos sus beneficios reales.
La dedicación media, los primeros días, debe ser en torno a unos 15-20 minutos. Para empezar, debemos escoger ropa cómoda, algún lugar tranquilo y sin ruido de la casa y colocarnos sentados (ya que si nos tumbamos, existe el riesgo más que probable de quedarnos dormidos). Una vez estemos colocados en una posición cómoda debemos empezar a respirar suave y profundamente, dejando entrar el aire por la nariz y expulsándolo de forma lenta por la boca. Pasados unos minutos, la respiración pasará a ser cada vez más profunda y relajada. Debemos focalizar nuestra atención en esos momentos en cada respiración, en nuestro abdomen (cómo sube y baja con cada una de ellas) y en nuestro cuerpo. Pensar que en ese momento, simplemente, existimos. Ver que nuestro cuerpo y nuestra respiración están presentes en ese momento.
La idea es focalizar toda nuestra atención en ese preciso instante que estamos viviendo y procurar no pensar en otras cosas, aunque sabemos que al principio va a resultar muy complicado. Las primeras veces que lo intentes, nuestra mente no dejará de enviarnos pensamientos, y lo que tenemos que hacer es dejarlos pasar. Los pensamientos vienen, no entramos en ellos, los observamos y vemos cómo pasan. Mientras tanto, cuando seamos conscientes de que esto nos ocurre, debemos tratar de volver siempre a focalizar nuestra atención en la respiración, ya que esta actividad es la que conecta nuestro cuerpo con nuestra mente.
Pero el mindfulness no consiste solamente en meditar. También radica en captar de forma más consciente las cosas que nos rodean, disfrutar a tope de la naturaleza, saborear con intensidad la comida, observar detenidamente todo aquello que normalmente pasamos por alto.
Las primeras veces puedes tratar de hacer mindfulness con objetos sencillos que tengas en tu casa como, por ejemplo, una manzana. Respira suave y profundamente, coge la manzana con una mano y obsérvala detenidamente. Probablemente descubras muchas cosas en esa manzana de las que no te habías percatado antes. Sostenla, nota su peso en tu mano, su textura, su temperatura… observa su color y cómo este va cambiando por la superficie de la manzana, sus motas, sus puntitos, el rabito, su dureza… date tu tiempo para observar la manzana con mucha calma. La idea es que esos minutos que estás observando la manzana, focalices toda tu atención en ella. Será el primer momento en el que empieces a ser plenamente consciente de lo que estás viviendo. Esta actividad puede realizarse con cualquier otro objeto. No olvides nunca que tu respiración y su consciencia deben acompañarte siempre en este proceso.
¿Cómo puede ayudarte el mindfulness ahora?
Como comentamos al principio del artículo, vivimos momentos de incertidumbre que nos pueden generar estrés. La práctica del mindfulness puede ayudarte a mejorar tu concentración ahora si estás teletrabajando, para procurar evitar las distracciones típicas del hogar. También puede ayudarte a reducir el estrés que produce ser consciente de todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor estos días, sirve como válvula de escape para que tu cerebro viaje y se refresque. Un soplo de aire fresco para el hecho de estar tanto tiempo en casa. Ahora que tenemos más tiempo, que nos repiten tanto el concepto de la “desaceleración”, que nos han obligado a pasar del ajetreo y las prisas constantes a parar abruptamente nuestra rutina diaria, el mindfulness es la práctica idónea para centrarnos en nosotros mismos, en nuestro bienestar físico y mental y en los pequeños detalles en los que nunca nos fijamos para disfrutar de ellos de forma más consciente. Pero, lo mejor de todo, es que te ayudará a conectar contigo mismo en el momento presente. Una conexión que, estamos seguros, te va a encantar, y que querrás mantener con el tiempo cuando todo esto acabe.
Por cierto, sabemos que los inicios pueden resultar un poco frustrantes si estás acostumbrado a dejarte llevar por el ajetreo de la rutina diaria. Nuestro consejo es que no te juzgues, simplemente, sé consciente de tu despiste y vuelve a focalizar tu atención. ¡Te encantará!